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diumenge, 10 de juliol del 2016

Johann Trollman " Rukeli" que en la lengua de los gitanos centroeuropeos significa “árbol joven“.


Hace un tiempo que se rememora el aniversario de la espectacular victoria de Jessie Owens en las olimpiadas de Berlín de 1936. Este rotundo éxito de la potencia norteamericana en manos de un afroamericano consternaba al régimen nazi que no podía negar la superioridad atlética de su contrincante “No-Ario”. Lo curioso es que pese que la Alemania nazi no admitía la igualdad de las personas en Estados Unidos  que presumía de modernidad y democracia, los ciudadanos negros eran tratados como ciudadanos no de segunda sino de tercera clase.
Imaginemos a un joven Jessie Owens que tras superar muchas dificultades y tener una fuerza de voluntad enorme llegó a ser un plus-marquista  internacional, a pesar de todas la trabas sociales y todas las dificultades económicas que suponía ser de origen africano y humilde en Estados Unidos de mediados de los años veinte.


Mientras Jesse Owens recibía el reconocimiento de todo el mundo por sus merecidos triunfos, otro atleta de otra disciplina y otra minoría étnica se sumergía en el mayor de los anonimatos… me refiero al desconocido Johan Trollman “Rukeli”.
Johann Trollman tuvo la mala suerte de ser gitano en la Alemania nazi. La mala suerte de ser una figura demasiado radiante para el oscuro tercer Reich. Johann Trollman, apodado “Rukeli”, se crió en la zona industrial de Hannover donde pronto llamó la atención del que sería su entrenador Erich Seelig. Seelig y Trollman desarrollaron un estilo de boxeo marcado por un armonioso baile de piernas que chocaba con el estilo tosco de boxeo parado propio del pugilismo de principios de siglo XX.

En 1933 con la llegada del nazismo al poder, los medios deportivos comenzaron a criticar los éxitos de Trollman tildando su estilo de “afeminado” o de “no ser propio de un boxeador ario”. En Junio de ese mismo año Johan Trollman disputa el título nacional de peso semi-pesado con veinticinco años de edad. Trollman ganó con diferencia al campeón Adolf Witt por una marcada diferencia a los puntos, pero los jueces no podían reconocer la victoria y decretaron el combate nulo, las quejas de los espectadores aclamaban a Trollman como ganador…Trollman lloró de la emoción en el ring.
Ocho días bastaron para que la federación deportiva alemana retirará el título nacional y requiriera un nuevo combate para dar la validez del título ya que alegaron que llorar en el ring no era propio de un atleta alemán. En este segundo combate contra Gustav Eder, la federación le prohibió hacer su juego de piernas, es decir tenía que perder el combate o le quitaban la licencia de boxeo.

Cuando llegó el día del combate, y para ridiculizar la política nazi del guerrero ario, Trollman se subió al ring con el cuerpo embadurnado en harina y el pelo teñido de rubio burlándose del estereotipo de guerrero ario. Durante el combate se quedó parado sin moverse aguantado los golpes del rival hasta el quinto asalto.
Después de este combate la carrera de Trollman no se repuso. Las leyes anti-gitanas del tercer Reich hicieron esterilizar al púgil junto a miles de gitanos. Pocos años después, en 1939, la Wehrmacht lo moviliza al frente del este, para hacer su “servicio desinteresado al III Reich”.
El calvario de Johann Trollman “Rukeli” no hizo más que empezar ya que en 1942 Himmler firma el decreto de Auschwitz y Trollman es recluido en el campo de Neuengamme, donde acabaría falleciendo. Hay varias versiones sobre su muerte, la primera es a causa de una herida de bala y otra versión nos lleva a pensar que murió tras un combate de boxeo fraudulento contra un Kapo (prisionero que colaboraba con los carceleros) que tras ser noqueado por Rukeli, apaleó hasta la muerte a Johann con la complicidad de los carceleros. Tenía treinta y cinco años.

En 2003 la familia de Johan Trollman Rukeli recibió el título de campeón de peso semi-pesado alemán, a título póstumo. En Hamburgo hay un monumento a su memoria.

Además de todo el castigo sufrido Trollman, la falta de reconocimiento de su figura se hace si cabe aún más grave. Mientras Jessie Owens tomaba la medalla de oro de los juego Olímpicos de Berlín de 1936, superando las barreras que implicaba ser un ciudadano negro en Estados Unidos, Johan Trollman “Rukeli” era esterilizado y llevado a un campo de concentración después de luchar por un estado que lo condujo de una condena a otra por el mero hecho de ser gitano. Y es que en una sociedad cada vez más mediática el mayor daño que se puede hacer a un colectivo como el gitano es el olvido.

7 comentaris:

Tot Barcelona ha dit...

Una historia para no olvidar
Un abrazo

xavier pujol ha dit...

Gràcies per donar a conèixer aquesta història Josep. Ets un pou de coneixements.

Josep ha dit...

Miquel, yo no conocia esta hstoria, fue precisamente al leer un articulo sobre los gitanos en Barcelona, concretamente los que viven en la calle La Cera que me enteré de esta història. Tampoco sabia la cantidad de gitanos que los mataron en las camaras de gas. No pongo la cantidad porque veo que hay páginas web teoricamente creibles, pero dan datos muy diferentes entre ellas.
Salut.

Josep ha dit...

Ai, Xavier, que més voldria jo que saber una mica més de cada cosa. Aquest post mateix només va ser fruit d'haver llegit un article sobre els gitanos del carrer de La Cera i els de Sants. Els de Sants vaig veure que hi havien escric uns petits poemes. Algun d'ells te'l deixo aquí. Estan escrits en una llegua que desconec (no tots) Altres crec que en romanès. La traducció ja veus que és en català.

A cèlé o kwitipé
ni kwitipé ka a lètte
ka civèle a tras…

Hi ha silenci.
Un silenci que t’envolta,
que inspira terror…
(Giulia di Rocco)


Ta na cèle nist ta kirèppe
anglàle ko kwitipé
to merribbé

Però no hi ha res a fer
davant el silenci
de la mort
(Giulia di Rocco)


O śil akharel mi godaqe
te del andre k-o mo vogi.
Okote maladoevav so kamav

El vent fred em convida a reflexionar
a mirar la meva ànima
aquí trobo tot el que busco
(Nicolás Jiménez González)


Tor vast phandime, ke dikhav len sas
umblavde anda kala sastripen,
ćirikle dukhaqe, phaka ćinde

Veia les teves mans atrapades
caigudes entre aquests ferros,
ocells de dolor, ales tallades.
(Serena Weltz Zigler)


Kana aven le tare ta atardeon
pasa o gori le paiesko
ando zaleno cimpo thaj ceri
oce astardeolpe o traio.

Quan arriba una caravana gitana
allà, a la vora del riu,
en un camp verd i al cel
la naturalesa mateixa es fa viva.
(Luminita Mihai Cioba)


Kana le tare anzardeon
thaj le grast han e cear
le seiora pínrandea
prastean anda le vasean
tiden kast ande-l ghilea

Quan les tendes s’han aixecat
i els cavalls pasturen lliurement,
amb els peus nus
corren entre els arbres,
junts els Rromà canten al cor
del bosc.
(Luminita Mihai Cioba)


Moltes gràcies.

Rodericus ha dit...

Un capítulo olvidado del nazismo fue el exterminio de una buena parte de la población gitana de Europa.

No hay acuerdo en la cifra de personas, pero por lo que yo he podido leer de historiadores con algo de solvencia, podríamos dar por buena la cifra entre 300.000 y 400.000 personas. Es algo difícil de cuantificar, porque una particularidad del pueblo romaní en todas partes es su renuencia a los padrones y a los documentos de identidad.

Sirva esto de homenaje y de recuerdo a estas víctimas olvidadas por todos, salvo por los suyos.

Un abrazo.

xavier pujol ha dit...

Josep, no sé si en parlar de la llengua i referir-te al romanès, en realitat volies dir romaní o romanó, que és la llengua històrica del poble gitano.
També hi ha la variant del caló, i es veu que es diferencia el caló que es parla a Catalunya del que es parla a la resta de la península.
La comunitat Gitana de Catalunya edita una revista en català "O Tchatchipen" (la veritat)

Franziska ha dit...

Una más, y desgraciadamente, aunque ahora pueda parecer imposible en el estado actual de cosas, algo que puede volver a repetirse porque es nuestra especie la única capaz de aceptar que, porque nos creemos superiores, tenemos derecho a disponer de la vida de los inferiores, como sucede con las mujeres por ejemplo. Es lamentable lo deplorable, deja un poso de tristeza, la sensación de la brutalidad humana, el horror que todo esto provoca, es enorme...Desolación. ¿Cuándo vamos a ser capaces de no abusar y de no justificar nuestros abusos sobre los demás? Esta historia pasó en un momento terrible de la más negra historia de Alemania pero, perdona que piense así, podría haber pasado en cualquier otro lugar y de hecho nos hemos enterado porque en Alemania están dispuestos a lavar su "cloaca", a reconocer sus culpas.

Interesaante tema. Te lo has trabajado bien. Claramente expuesto y de un modo imparcial. Gracias por haberlo publicado.

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