El meu homenatge a Patxi Andión, en el dia en què se n'ha anat, ha consistit a escoltar aquesta meravellosa versió que va fer de l'Oda a Walt Whitman de Federico García. La gent passa, en algun lloc les emocions queden.
“ODA A WALT WHIMAN”, de Federico García Lorca.
... Cuando la luna salga
las poleas rodarán para turbar el
cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no
trabajan... Los muertos se descomponen bajo el reloj de las
ciudades,
la guerra pasa llorando con un
millón de ratas grises...y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada...
Walt Whitman
ODA A WALT WHIMAN
Por el East River y el
Bronx
los muchachos cantan enseñando sus
cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el
martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las
rocas
y los niños dibujaban escaleras y
perspectivas.
Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.
Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los
tejados
manadas de bisontes empujadas por el
viento.
Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.
Cuando la luna salga
las poleas rodarán para turbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no
trabajan.
Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del
trigo?
¿Quién el sueño terrible de sus anémonas
manchadas?
Ni un solo momento, viejo hermoso Walt
Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de
mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la
luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda
tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y
ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.
Ni un sólo momento, Adán de sangre, macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt
Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los
chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te soñaban.
¡También ese! ¡También! Y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta,
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.
¡También ése! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los
puentes.
Pero tú no buscabas los ojos arañados,
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los
niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y
terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del
terror.
Tú buscabas un desnudo que fuera como un
río,
toro y sueño que junte la rueda con el
alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador
oculto.
Porque es justo que el hombre no busque su
deleite
en la selva de sangre de la mañana
próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la
aurora.
Agonía agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las
ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas
grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni
sagrada.
Puede el hombre, si quiere, conducir su
deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.
Por eso no levanto mi voz, viejo Walt
Whítman,
entra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de
novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la
prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en
silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las
ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.
Contra vosotros siempre, que dais a los
muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Apios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
¡Maricas de todo el mundo, asesinos de
palomas!
Esclavos de la mujer, perras de sus
tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.
¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del
cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.
Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del
Hudson
con la barba hacia el polo y las manos
abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está
llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más
honda
quite flores y letras del arco donde
duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del
oro
la llegada del reino de la espiga.
“ODA A WALT WHIMAN”, de Federico García Lorca.
2 comentaris:
Coneixia algunes cançons del malaguanyat Patxi Andion, però aquesta que adjuntes no recordo haver-la escoltat. Molt bona, Josep.
Xavier, jo coneixia el poema però tampoc sabia que la cantava en Patxi Andión. De fet vaig començar a conèixer a Walt Whitman quan en Serrat va cantar un poema d'ell al Casino del Poblenou.
«Una hoja de hierba
Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles.
Descubro que en mí,
se incorporaron, el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.
Es vano acelerar la vergüenza,
es vano que las plutónicas rocas,
me envíen su calor al acercarme,
es vano que el mastodonte se retrase,
y se oculte detrás del polvo de sus huesos,
es vano que se alejen los objetos muchas leguas
y asuman formas multitudinales,
es vano que el océano esculpa calaveras
y se oculten en ellas los monstruos marinos,
es vano que el aguilucho
use de morada el cielo,
es vano que la serpiente se deslice
entre lianas y troncos,
es vano que el reno huya
refugiándose en lo recóndito del bosque,
es vano que las morsas se dirijan al norte
al Labrador.
Yo les sigo velozmente, yo asciendo hasta el nido
en la fisura del peñasco.
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