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dimecres, 11 de maig del 2011

hola Montse!!

No hace muchos días una niña que yo quiero mucho, escribía desde el Museo del Tren. Aquel post tan bonito me emocionó mucho, porque mi infancia y los trenes, con todas las cosas que van unidas a él forman parte de mi infancia. Montse, cariño, ya ves que yo también conozco estas máquinas de vapor, negras, muy negras y sucias de carbón, pero viejas no, esto si que no.

Todas las estaciones tienen algo de telúrico. Dalí decía que en la deriva de los continentes sólo en las estaciones uno se puede reencontrar. Todas tienen su misterio, una partida, una llegada, miles de miradas perdidas siguiendo su viaje particular.

El Poblenou, el Pueblo Nuevo de entonces, mi Poble Nou, pronto se vio cruzado por aquel primer tren que en 1848 unía Barcelona y Mataró, la primera de España, si bien su estación no fue inaugurada hasta el 1886, bajo la influencia de los dueños de Can Girona, la empresa metalúrgica que luego se convertiría en MACOSA, y que tenía las instalaciones al lado mismo. Una prueba del poder que el capital, en este caso de Manuel Girona y familia, siempre ha tenido a la hora de diseñar el distrito. En 1907 se construiría la nueva estación que seguiría en funcionamiento hasta el 1989, en que fue demolida con la excusa del Cinturón del Litoral para antes de las Olimpíadas del 92. (Por cierto, que yo escribí una carta a La Vanguardia para pedir que no la derribasen, y aun estoy esperando)... Desde 1929 su tendido de vías tuvo una gran preponderancia, pues fue depósito y taller de máquinas y vagones, además de la composición de los convoyes de la cercana estación de Francia.

Las vías, las denostadas vías, culpables de que el barrio y Barcelona viviera de espaldas al mar! Esa gran mentira, al menos relativa, que se repitió hasta la saciedad en los coros mediáticos del 92. Pues el mar siempre estuvo allí, más sucio, sin esa transparencia artificiosa de hoy, pero estaba allí, sólo hacía falta irlo a buscar. Y esas vías con su variedad de vagones aparcados eran una sugestiva invitación a esconderse y jugar. Y también porque no decirlo, ir a robar carbón, para calentarnos en casa. Claro está que el único que salía “caliente” de casa era yo, por llevar un carbón que no era mío. Cosas de la miseria….






 Fotos del Archivo Cuyàs/Institut Cartogràfic de Catalunya

4 comentaris:

Tot Barcelona ha dit...

unas fotos de verdad guapas ¡¡

josefina ha dit...

No se que ha pasado con bloger, te quise ayer poner un comentarío y no pude.
Me has traido muchos recuerdos con esta entrada, mi abuelo era ferroviario por tierras catalanas, vivian en Girona y como los hijos y nietos teniamos el viaje gratis y en primera los hibamos a visitar muy amenudo.
En cuanto a lo del carbón, he recordado que siendo pequeña, en mi casa habia dos maquinistas de la renfe de pensión y como enseguida se dierón cuenta de las penurias de mi madre, de vez en cuando a escondidas le traian carbón.
Que tiempos.......a veces es bueno recordar.
Un abrazo
Josefina (vivencias)

Xavier Bou ha dit...

http://fabricasdelpoblenou.blogspot.com/search/label/Estaci%C3%B3n%20Pueblo%20Nuevo

Anònim ha dit...
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