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dimarts, 6 d’abril del 2010

maría rosa, te acuerdas de ellos?



Cuántas veces, padre, me contaste cómo tuviste que coger aquella maleta de cartón de tu padre, hacer un hatillo con cuatro cosas que tu madre te preparó con cariño y dejaste atrás la Calle Llana que te vio nacer en esa Cazalla que llevas en el alma para venirte a esta tierra extraña del norte. Padre, cuántas veces oí de tu boca andaluza lo que lloraste, hecho todo un hombre, a cada traviesa que te alejaba de tu Sierra.


En la maleta iban dos mudas, el traje de los domingos y una esperanza de futuro que te negaban los campos maltrechos de esa tierra que no te pudo dar el pan pero que siempre la llevaste muy dentro. Padre, aquí conociste a la mama, a Monserrat, tu Monse. Y la conociste un domingo que ibas loco por buscar el autobús que te llevase a Sarriá, porque venía tu Betis .a jugar con el Español. Te quedaste prendao nada más mirarla, hija de payeses, tenía unos ojos azul cielo que te cegaron. Tú, parco de palabras, sólo acertaste a balbucear "te espero el sábado que viene en la iglesia de Santa Eulalia, y saliste corriendo a trompicones.

Tu Betis perdió 3-0 ese partido, pero siempre era una fiesta cuando venía a Cataluña. Ese verde que con el blanco eran tu santo y seña incluso cuando ibas a trabajar a la SEAT de la Zona Franca que te consumió los años. Cuántos béticos saludabas al pasar. Juanito, ese Alcalareño guasón; Pepón, un marchenero de casta; Antonio, Toño para los amigos, que lloraba nada más escuchar hablar del Betis. Cuántas veces me contabas, Papa, lo que te costaba ahorrar para permitirte el lujo de ir al fútbol. Y también recuerdo lo orgulloso que a cualquiera le contabas que fue un cazallero el que trajo los colores verdiblancos al Betis.

Y la Mama te esperó al sábado siguiente, estaba preciosa, radiante, divertida con la proposición atropellada de ese buen mozo sevillano. Iba con las carabinas de turno, pero sólo tenía ojos para tí, Padre. Al poco os casasteis y os fuísteis a vivir a Santa Eulalia, un barrio de Hospitalet en el que vivían muchos emigrantes. Un barrio donde nací yo, Monserrat, tu hija. Y nací un 6 de marzo del 66, vine con 2 semanas de adelanto y a tí se te cruzó de nuevo tu Betis en la vida, pues habías bajado a Sarriá a ver a tu Betis en su visita al Español. Nada más empezar el partido Ansola metió un golazo y a tí te dió una sacudida el corazón. Era algo más que un gol de ese equipo que llevas tan dentro, y bien que lo comprobaste al llegar a casa, cuando venías mosca porque el Español, gracias a un medio centro llamado Aumedes, empató en el 82. Había mucho revuelo en el piso donde vivías. Entraste y la comadrona te miró mal, al mismo tiempo que en un catalán muy cerrado te dijo "Ha estat una nena".("Ha sido una niña )

Y a mí me llamaron la bética en el edificio... y en el barrio. Un vecino, natural de La Zarza, en Badajoz, me hizo de madera una doble B que le pusiste en la cuna y que yo conservo como un tesoro.

Seguías recibiendo a tu Betis cada vez que podías y te enzarzabas en mil discusiones de alineaciones y sueños en el Centro Andaluz, uno de tantos sitios que nacían de las ganas de sus gentes de no perder su identidad. No dejabas pasar un día sin pensar en volver a tu casa, a tu pueblo, a respirar el aire de la Sierra, a perderte buscando espárragos por los montes. Pero entendías que la Mama también tenía su casa. Así, como un niño, cada verano, arreabas con la familia y pasabas los mejores días del año durante esa quincena. Y en tu destierro hiciste una familia, y viste cómo se fueron tus padres allá a lo lejos, allá en Andalucía. Y conservaste la casa de tus padres, la trabajabas esos veranos para que la tuviésemos bonita y lucirla en las Fiestas de Nuestra Señora del Monte. Qué le gustaba a la Mama esa casita.

Yo crecí rodeada de cariño, pero también de todo lo que olía a Andalucía. No me perdí una feria de abril catalana, iba contigo a ver al Betis cada vez que subía y muchas veces cuando se acercaba a Cataluña. Y en uno de esos desplazamientos conocí a Jose, tu yerno, un murciano de Alcantarilla que se coló en el autobús de una peña culé de Murcia para ver a su Betis. Y me tocó en el corazón su mirada de despistado y las ganas de ver al Betis. A tí no te gustaba aquel peluso con una bufanda echa a mano, de lana, larga, larguísima. Y le ganamos al Barsa de Venables, 1-2. Rincón e Ito marcaron y Jose se abrazó tanto a mí que tú, Papa, casi le revientas la cabeza.

Se vino a la Llagosta conmigo y contigo, y tras tragarte tu mal humor fuiste el padrino de mi boda, y también el padrino de tu nieto, Jordi, que nada más nacer le hiciste el carné del Betis, y el de la peña tuvo que esperar pero se fundó, como cada peña que se han creado en Cataluña. Y debajo del batón del bautizo Jordi llevaba un escudito del Betis que el cura, Don Xavier, culé hasta la médula, aceptó a regañadientes.

Papa, Yayo, hoy estás en ese sillón y no me conoces, te cuento todo esto y no sabes que soy tu hija por esa enfermedad que se ha evaporado todos tus años, una enfermedad que te ha ido comiendo tus recuerdos, tu memoria. Hoy juega tu Betis en el campo del Betis, con el Barsa nada menos. Tu mirada perdida no recuerda todas las batallas que has presenciado, cuántas veces has visitado los campos donde tu Betis defendía tus colores. Hoy esos partidos son memoria hueca, triste destino. Papa, tu nieto se va a la peña, le hubiese gustado ir a Heliópolis, como la primera vez que fue contigo, cuando se gastó todo dinero que le dieron por la comunión, qué orgulloso estaba.

El nieto, con su camiseta del centenario, su bufanda, sus mil amuletos, salió de su habitación, y pasó al lado de su madre y su yayo, lo saludó como siempre, y el yayo, cuya mirada perdida se centró por un momento en su nieto dijo:
"...Éste es de los míos..."

Y volvió a perderse de nuevo en su vacío mundo, y el nieto, con las lágrimas en los ojos, bajó las escaleras de dos en dos, y fue buscando la peña, fue buscando un milagro para dedicárselo al Yayo. Y el milagro se produjo.
Esa noche, cuando el nieto acompañaba al Yayo a la cama, comprobó que iba más liviano, con una gran sonrisa en la cara. "Bona nit, Yayo" le dijo, y apagó la luz.

Esta carta no esta escrita por mi.  Esta carta es como un trocito de la vida de Maria Rosa, "mi compañera de viaje. por este mundo"
Ella si que conocia a esta familia de Santa Eulalia de l'Hospitalet.

13 comentaris:

mariajesusparadela ha dit...

Hermosos recuerdos, compartidos con tantos que encontraron una segunda tierra en Cataluña. Y Andalucía (o Galicia o Castilla,) en el corazón.

tania juarez ha dit...

Hola¡
Permiteme presentarme soy tatiana administradora de un directorio de blogs y webs, visité tu página y está genial, me encantaría contar con tu blog en mi sitio web y así mis visitas puedan visitarlo tambien.
Si estas de acuerdo no dudes en escribirme tajuancha2010@gmail.com
Exitos con tu página.
Un beso
tatiana.

Eastriver ha dit...

Ai, Josep, què maco!!! Hay tanta gente andaluza que ha dado tanto a Catalunya. Somos tierra de acogida, y eso me enorgullece absolutamente. Y además Andalucía es tan potente...

Josep ha dit...

Hola María Jesús.
Si tu supieses los recuerdos que tengo yo de cuando era un crio.
Yo vivía a 10 minutos de la estación del tren.
cada dia llegaban dos trenes de 16 vagones. El Sevillano, desde Extremadura. y el Xangay desde Galicia. Lo pasaban muy mal, no es fácil llegar a un lugar nuevo, como tampoco era fácil para los de aquí. Que curiosamente tampoco eran todos catalanes, pues ya se habían producido otras emigraciones.
Era muy complicado, nadie sabía que hacer, para los recien llegados nosotros eramos los "polacos", incluidos los que en su dia ya habían llegado de Galicia o de Murcia. Y ellos eran los "charnegos".
La familia de mi mujer conocía a esta otra familia, y hoy por pura casualidad me encontré esta carta circulando por la red.
Un abrazo.

Josep ha dit...

Hola Ramón. Si que es verdad que somos tierra de acogida. Y pensar que esto no se quiere ver.
Santa Eulalia, aparte de los que eran catalanes(no muchos) casi todo eran andaluces. Creo que la excepción eran mi suegra que era de Vigo y mi suegro de Avilés, pero de padres vascos, y los andaluces del barrio también les llamaban polacos. Solo por el hecho de que ellos llegaron escapando de los franquistas acabada la guerra.
Y hoy, mira por donde, me encuentro a los del "BETI" por aqui.
Que bien¡

Una abraçada.

Josep ha dit...

Hola Tatiana.
Muchas gracias. pasaré por tu dirección.
Saludos.

Isabel ha dit...

Vaya carta, casi me haces llorar, mi madre está en una situación parecida, aun nos conoce, pero a veces cree que soy su hemana, no recuerda nada, es como si alguien le estuviese borrando su recuerdos, su vida. Un beso

m.eugènia creus-piqué ha dit...

Preciosa carta Josep, retrata perfectamente esos años que por nuestra edad vivimos con la inmigración andaluza, exttremeña...y que ahora estamos viviendo con magrebies, negros, suramericanos....si que somos patria de acogida, siempre ha sido así,es un drama para esta gente que se ha visto obligada a dejarlo todo, no me gustaría estar en su piel, lo menos que podemos hacer es abrirles los brazos y ayudarles lo máximo posible aunque siempre serán los xarnegos y nosotros los polacos, es así la vida de incongruente,un petonet.

Josep ha dit...

Hola Isabel. Te mandé un correo comentando el caso que me cuentas acerca de tu madre.
Un beso.

Josep ha dit...

Hola Gènia. Quizas sea por la distancia de la edad, pero pienso que aquella emigración fue peor que esta. En aquellos tiempos no había nada para casi nadie, me acuerdo de las barracas, estaban a cientos por toda Barcelona. De los realquilados, que ahora llaman pisos patera y de los que cuando llegaban a la estación de Francia, como ya no cabían en la ciudad, si no llevaban papeles del cura o alcalde de su pueblo los devolvian a su pueblo. Cuando el tren volvia de regreso, la gente se tiraba en marcha en el Prat, y se quedaban aquí.

Un petó.

zel ha dit...

Si tothom sabés trobar les arrels, recordar-les i fer-les servir per ser més tolerant i amorós...preciosa carta!

Mariaisabel ha dit...

Hola Josep,
Entranyable carta i de gran realitat viscuda per tots nosaltres.
Jo també recordo el Sevillano, amb gent que venia a buscar una nova vida a la nostre terra. Recordo també aquelles maletes que portaven, la majoria velles, sense poder tancar-les i amb un cordill al voltant.
Quins temps aquells!
Jo vaig tenir molts veïns andalusos i ara si els veiessis, orgullosos de que els fills siguin catalans.
Varen ser persones que van treballar molt per tirar endavant a la familia, gent admirable.
Molt bon post, Josep, et felicito.
Una abraçada
Mariaisabel

Hada Isol ♥ ha dit...

Que bellos recuerdos! Y con tanto amor los describes,a María Rosa seguro que la emocionó mucho este post,es cierto que Catalunya es tierra de acogida,y en esto se parece a Argentina,yo llevo sangre andaluza y cuando mi abuela me habla de sus padres yo me pongo feliz de conocer esta parte de mi historia de vida,mis bisabuelos amaron Argentina porque fueron recibidos con amor,y nunca olvidaron su ayer,algunas de sus comidas y costumbres son parte de nuestro diario vivir,que bello es tener memoria!
Imagino la tristeza del que deja todo atrás,y también imagino la gratitud de quien ha sido bien recibido e integrado al nuevo hogar.
Un abrazo Josep,me gustó mucho este post.

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