Es
evidente que sufrimos un retroceso en el combate contra la violencia de género
y por la igualdad. Es un retroceso visible no sólo en el número creciente de
asesinatos machistas, sino también en que estos se producen en un ambiente
social, legal, mediático, ideológico, diferente. Si nunca fue mucho el interés
social hacia la violencia de género, ahora parece haber caído aún más.
Los
medios de comunicación, si alguna vez intentaron informar correctamente acerca
de los asesinatos machistas, han vuelto a su querencia por informar de manera
morbosa y apolítica, por privatizar esta violencia y por volver a intentar
justificarla. Los neomachistas, cada vez más organizados, están continuamente
en las redes atentos ante cualquier noticia que tenga que ver con los derechos
de las mujeres o con el feminismo; desatan campañas de desprestigio contra
cualquier feminista, se infiltran en los partidos y las asociaciones para
boicotear cualquier tema relacionado con la igualdad de género.
Si antes se
escondían, ahora se hacen visibles. Esta visibilidad de los activistas del
neomachismo ha dado alas a todos los machistas silenciosos, que son multitud y
que antes callaban porque el ambiente no les era propicio. Basta con leer los
comentarios en cualquier artículo que tenga que ver con el feminismo, con los
derechos de las mujeres, con la igualdad, para darse cuenta de la rabia y la
violencia que anida en la mayoría de los comentarios.
Más
que en los comentarios de los medios, más controlados, es en las redes
sociales, allí donde no hay control, donde los neomachistas desatan una enorme
violencia verbal.
Basta con colgar la noticia de un asesinato machista, de una
violación, para que ésta noticia atraiga decenas de comentarios que lo
justifican o que incluso parecen alegrarse. Eso en cuanto a la violencia, pero
si de lo que se debate es de igualdad, entonces aparece una legión de machistas
que van a por todas, que discuten todo, incluso logros que parecían asentados
o, por lo menos asumidos socialmente, como la necesaria paridad en política. Y
no hay distinción entre partidos de izquierdas o de derechas, entre gente
conservadora o supuestamente progresista.
23 mujeres asesinadas en lo que va de año.