En el meu bloc no poso massa poesia. És clar que una vegada més confesso que no en ser gaire, o gens, a pesar de què m'agrada molt.
I mira que tenim importants mostres de poesia social. Pensem immediatament a la gran poesia social de la postguerra espanyola, amb veus personalíssimes i amb alguns èxits notables (encara que també és cert, com va recordar cert crític, que no són el mateix les bones intencions que la bona poesia). Però abans d'arribar a aquestes veus (Celaya, Blas de Otero, Ángela Figuera, José Hierro o algun altre de les generacions posteriors) tenim, en llengua castellana, dos excelsos exemples: Rafael Alberti i Miguel Hernández. D'aquest últim vull parlar. No glossaré la seva significació. Em limitaré a portar un poema, "Andaluces de Jaén", que resulta exemplar per diversos motius. El va il·lustrar amb la versió musical de Paco Ibáñez, en una actuació al Palau de la Música de Barcelona fa uns anys que va resultar, com a mínim, molt emocionant.
Només persisteix una pregunta, segurament sense importància. Per quin motiu va eliminar el gran Paco Ibáñez els versos més radicals del poema de Miguel Hernández? Per què eliminar tota referència al terratinent que " os sepultó en la pobreza", "os pisoteó la frente" i "os redujo la cabeza" Va ser per una qüestió estilística o hi va haver algun altre motiu?
Sigui pel que sigui, gaudiu d'un poema i d'unes idees extraordinàries, d'una ràbia necessària, i d'una veu tan personal com la de Paco Ibáñez. És edificant aturar també en els crits que ens van precedir.
Andaluces de Jaén
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Andaluces de Jaén
Paco Ibañez
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Andaluces de Jaén
Paco Ibañez