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divendres, 20 de setembre del 2013

fuente de carmen amaya


Carmen Amaya nació una noche de tormenta, con el mar enfurecido golpeando la puerta de la barraca donde vivían los padres, en el barrio barcelonés del  Somorrostro donde se habían instalado numerosas familias que vivían como podían. Allí, oyendo el murmullo del mar y el continuo paso de los trenes creció Carmen, una niña que llevaba el flamenco, ese “quejío” del alma gitana, en la sangre. Era un 2 de noviembre de 1913 y, ante la precariedad de la vivienda “prefabricada”, la amenaza del temporal obligó a Micaela, la madre, a trasladarse a la barraca del abuelo. Este, un tratante de caballos, vivía en medio de la playa, cerca de un lugar que se conocía como Pekín-donde en 1888 se había establecido un núcleo chino- (otro barrio olvidado) y el Camp de la Bota, bautizado así por los fusilamientos que se perpetraron al amanecer durante la Guerra Civil.
 José Amaya, “El Chino”, padre de Carmen, era un esquilador de borregos mallorquín que, llegado a Barcelona, intentaba ganarse la vida y la de los suyos con lo que mejor hacía: tocar la guitarra. Al anochecer salía a recorrer bares y “colmaos” gitanos en la zona de Atarazanas acompañando a cantaores y bailaores con la esperanza de que la noche no acabara jamás. Cuando la suerte quería acompañarle regresaba al alba con un puñado de monedas en el bolsillo.
Cerca de su casa, al otro lado de la vía del tren, había una escuela. Carmen no fue: la llevaron, pero allí sólo duró dos semanas. Una maestra la había castigado por alborotar en clase y la obligó a ponerse de rodillas con un libro bajo el brazo. El carácter y aquella personalidad tan fuerte no tardaron en aparecer y el libro acabó en la cabeza de la maestra. Carmen nunca más volvió a la escuela.
A veces acompañaba a su padre para bailar y ganar algunas monedas para ir tirando. Poco a poco todos los entendidos se fijaron en aquella niña que llevaba la pasión y el arte en el cuerpo. Después de bailar, Carmen solía vender billetes para alguna rifa o pasar el platillo. Al amanecer, los gitanos del Somorrostro se despertaban y salían corriendo a saludar al “Chino” y a su hija que, cansados, volvían a casa repartiendo entre todos el pan que llevaban bajo el brazo. Son muchos los recuerdos que Carmen guardó del lugar donde nació: “Aprendí a bailar con las olas del Somorrostro, a mí me enseñó a bailar el mar…” solía decir.


Siempre fiel a sus orígenes y a los suyos, en la vida lo hizo todo de la única forma que ella sabía: con toda su alma, esa alma gitana que la llevó por todo el mundo enseñándonos lo que es amar el baile y la vida. De las barracas del Somorrostro al Sunset Boulevard de Hollywood, la figura y el baile de Carmen Amaya sedujeron medio mundo. Con su talento tan personal e inimitable, esta gitana catalana contribuyó a hacer del flamenco un arte universal. Enterrada en Begur, Girona (Catalunya), todavía es recordada como uno de los grandes mitos del género.


  Porque si su forma de bailar era impresionante, su forma de vivir la vida lo fue aún más. Orson Welles, Marlon Brando, Fred Astaire, Charles Chaplin, Greta Garbo o Jean Cocteau fueron sus más fervientes admiradores.
Este  gesto, sus ojos, este “taconeo” incansable y llevar pantalones (impensable en aquella época) la hicieron  una de las más grandes artistas de la danza del siglo XX

En 1929, con motivo de la Exposición Universal de Barcelona, el Rey Alfonzo XIII visitó la ciudad. El día de la inauguración las gitanas iban a bailar para él. Carmen fue la elegida para hacer la presentación. De nada sirvieron las clases de protocolo que le dieron para que aprendiera a tratar al Rey de “Majestad”. En cuanto Alfonso XIII apareció por allí, Carmen dio un paso al frente y le dijo: “Va por usté, señor rey”.
Desde pequeña, Carmen Amaya sufría una enfermedad en los riñones. Bailar le ayudó a vivir más años, porque el ejercicio i el sudor le hacía eliminar las toxinas que los riñones no podían eliminar. La salud de Carmen se había deteriorado muy rápidamente. El  Dr. Puigvert, reconocido mundialmente  en el campo de la urología, la atendía desde hacía algún tiempo. Su diagnóstico fue muy claro: debía dejar inmediatamente de bailar. Carmen no tenía curación posible, en aquella época no se conocían los trasplantes, pero podía alargar su vida. No le hizo caso, no podía hacérselo porque el baile era su vida. De hecho rodó “Los Tarantos” en contra del consejo del Dr. Puigvert y tuvieron que interrumpir el rodaje durante una semana debido a su precario estado de salud.
En el verano de 1963 Carmen se retiró a descansar a Begur. Allí le pidieron que bailara una vez más en una actuación benéfica para recaudar fondos para la iluminación del viejo castillo del pueblo. Ella, que nunca tuvo un no, bailó, y lo hizo como siempre: con toda su alma. No pudo acabar la actuación. Aquella vez fue la última que se la vio bailar. A las nueve de la mañana del 19 de noviembre su corazón dejó de latir.
 fotos de internet. serán retiradas  a petición
Nota: un párrafo de  esta entrada es un  extracto del libro “Carmen Amaya: el mar me enseñó a bailar”

14 comentaris:

Tot Barcelona ha dit...

La mejor ¡
Salut

KRT ha dit...

No puc dir gran cosa de Carmen Amaya sinó que era una gran artista. Sé que quan jo tenia uns tres anyets els meus pares em van portar al cine a Barcelona i vaig veure ‘La hija de Juan Simón’, però la veritat és que no recordo absolutament res de la pel·lícula.

Després, ja adolescent, vaig veure ‘Los Tarantos’, de Rovira Beleta. Tampoc no recordo gaire el film, però sí les impressions que em va causar: em va sorprendre l’aire de documental, reflectint els ambients dels barris marginals de Barcelona, tan diferent de les ‘pelis’ que estava acostumat a veure; una mica menys l’argument, que em va semblar una mena de Romeo i Julieta (o West Side Story) entre famílies gitanes enfrontades; i una mica menys els balls —recordo Antonio Gades ballant de nit a la Rambla— perquè no m’agradava el flamenc, que jo associava amb la imatge turística (paella, sangría i toros) que es volia vendre als estrangers com a principal, si no únic, valor identitari nacional.

Uns quants anys després vaig veure l’espectacle ‘Quejío’, del grup La Cuadra d’Antonio Távora, i les meves idees van canviar: vaig poder entendre una mica l’origen popular i el profund sentit humà de l’autèntic flamenc. Però llavors la Carmen ja era morta, tan jove, als 46 anys… M’agrada que la recordis, Josep, en el 50 aniversari de la seva defunció.

Josep ha dit...

Si, Miquel, yo no la he visto nunca en ninguna actuación, pero es igual, una persona que lo ha conseguido todo en su carrera profesional y sin tener ningún "enchufe" merece todos mis respetos. Lástima que muriera tan joven.
El hecho de haber hablado de ella en este post es porque de hace tiempo he visto varios blogs que hablan de ella situando su nacimiento en Andalucia.

Salut.

Relatus ha dit...

Aquest estil de música no em diu res però devia ser una gran lluitadora

KRT ha dit...

Rectificació al meu comentari: el director del grup La Cuadra és Salvador Távora (no Antonio). Sorry!

sentir1907 ha dit...

Toda una diosa de este género si señor ¡¡
Saludos ¡¡

Josep ha dit...

KRT, no és un gènere que m'agradi, però he de reconèixer que era una gran artista. Ella deia que quan veia moure les mans, moure el vestit i els peus sense començar a ballar de seguida sabia si era bona o dolenta, com a actriu. El post ha vingut a tomb perquè fa temps que llegeixo en altres blogs que ella va néixer a Andalusia, i crec que tot i haver-lo dit no s'ho acaben de creure. Jo de pel·lícules, que recordi només he vist "Los Tarantos" només recordo que és una espècie de còpia de "Romeo i Julieta" en versió de dues famílies de gitanos.

Josep ha dit...

Loreto, a mi tampoc m'agrada aquest gènere però si reconec com tu la seva lluita des dels 6 anys, i arribant fins a dalt de tot. Era analfabeta i de gran als EUA va haver d'aprendre a llegir i escriure, en cas contrari no podia estar treballant en aquell país. La resta és pel tema del naixement, si Andalusia o Catalunya.
Tu es molt jove i no es vist res d'alló, però pensa que el Somorrostro era un barri que las Autoritats gaire bé no diuen res. les coses bonicas que em costruit
ho tapant tot.

Josep ha dit...

Si que lo era , José Manuel, lástima que murió joven.

Saludos.

Anònim ha dit...

Tot i que coneixia la seva personalitat i fama, no havia llegit mai al respecte de la seva vida, molt poca cosa i sincerament m'ha agradat moltíssim poder conéixer molt més amb aquest post que ens has compartit. Com sempre fas en els teus articles complerts i molt ben elaborats.

Petons i bon diumenge!!!

Josep ha dit...

No té gaire mèrit t'ho asseguro. Només ha estat per la molta entrega d'aquesta dona a la seva professió, cal reconèixer-ho tot i que a mi no és un tipus de cant ni ball que m'entusiasmi. Potser també és perquè: fixat que cap ball regional, sigui la jota, o la sardana tot i ser bonics no surten de la seva comunitat, però el flamenc s'ha usat més per a negoci del turista que per a una altra cosa. Sort que gent com ella o altres també importants ja deixaven clar que una cosa era ballar i altra moure el vestit.
Un petó, FG.

Hada Isol ♥ ha dit...

Que ejemplo ,murió en lo suyo,y se ve que tenía una personalidad muy impactante,no sabía de ella ,me encantó saber,acostumbrada a ver a tantos tirar la toalla ante lo mínimo,conocer de personas así es interesante y ayuda a ver el lado genial de la humanidad,nunca nos muestran lo mejor siempre vemos lo miserable porque eso vende,en fin ,conocer a alguien cuyo maestro de baile fue el mar,es muy lindo gracias por ello,un abrazo grande!

censurasigloXXI ha dit...

Ya ves, amigo, es uno de esos ejemplos de persona rebelde, que no se deja, que no falla a sus principios y que las cosas le salen bien. Una vida muy dura vivida con pasión y se la recuerda... ¿Cuántas personas habrán que jamás que jamás lo consiguieron y siempre estuvieron al pie del cañón? Da miedo pensarlo... y la de mediocres que relucen endiosados...

Un abrazo y tu cafelito griego para hoy.

genetticca ha dit...

Una Gironina mol aflamencada, forta i amb molt de geni.
Una barreja d'art i empenta agitanada amb tot el pes de la raça ,a la que admiro mes que a sa majestat el rei.

Una abraçada

Trampa de foc (I) de Núria Martí Constans

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