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dimarts, 30 de juliol del 2013

algunos cerdos veranean en Eivissa (Ibiza)


 Emerge del mar el sol empujando el día. La tierra, seducida, sigue girando para llenarse de luz; algunas gaviotas festejan la rutina, como si del primer día de vida se tratase.
El calor, a las seis y media de la mañana, es ya un anuncio ardiente para el resto de la jornada.
Apenas salgo de la cama, aun oscuro, voy a caminar bordeando la costa, por caminos sin asfalto. Por un lado los acantilados y la playa, por el otro los bosques y alguna que otra urbanización, de esas que no han sobrepasado los dos pisos de altura, y algún hotel irrespetuoso con la ley de costas, casi adentrándose en el mar. 
Con la incipiente claridad perfilando el horizonte y en compañía de mis tres perros, que impacientes saltan y giran a mí alrededor, disfruto del silencio y el despertar de las cosas. Cada día con frío o calor, incluso con lluvia, practico el ejercicio más antiguo y natural del mundo. Caminar.
El trayecto es siempre el mismo, la ausencia de coches y de tránsito nos permite andar sin miedo ni alteraciones.
Sin embargo la observación hace que el paseo sea un entretenimiento sin límites, un interesante ejercicio mental y emocional, con una importante carga de consciencia superior que me implica en el todo, como parte del mismo.
En verano el paisaje se altera con la intromisión de elementos humanos que confunden la naturaleza con un vertedero de basuras.

Dichos elementos imperan en el territorio confundiendo la libertad con la desidia, el comportamiento primitivo con la diversión, sin reparar en daños ni perjuicios.
El consumismo irracional llena con sus excesos cualquier rincón, cualquier suelo, dejando rastros vacíos, evidencias del ser, que sin ser, se delata por sus trazas de energúmeno.

El cielo, finalizando su drama multicolor, cede paso a un azul tenue y llano. Un pino doblegado por el viento, creciendo a ras de suelo con un empeño sobrenatural, cobija, en un recoveco de su base, un  par de latas de cerveza espachurradas y exprimidas. Junto a ellas restos de un bocadillo que ni las alimañas aprovecharon.
Las sabinas desprenden el aroma antiguo de la madera noble. A ras de camino, arbustos y setos ocultan su verde bajo una espesa capa de polvo; el cielo se resiste a llover, impacientando a raíces y hojas.
Un rebaño de bolsas de plástico  esparcidas por el suelo, revolotea y  se estremece con la brisa, susurrando lamentos químicos. En la arena, las colillas, expiraron; enterradas y semienterradas o expuestas al ardiente sol con sus filtros impregnados de resina.
foto cedida por jaime (sin blog)
En la orilla las algas, se entremezclan con cadáveres residuales sin identidad concreta. Llegan los excrementos de alguna que otra lancha, festoneados con burbujas detergentes.
En el chiringuito, el silencio ruidoso de una noche pasada llena de acontecimientos, repleta de sensaciones calientes y mojadas. La vida se complementa con sus correspondientes desenfrenos, la locura no tiene parámetros, ni códigos, no se estabiliza con argumento alguno. Por eso se llama locura, incontrolable, sanamente admitida, politizada, resumida en un descontrol de la personalidad, un desafío, a la cordura...que le den.
Vasos de plástico, cientos de botellas, servilletas que sirvieron para limpiar manos y bocas y acabaron ensuciando suelos. Cajetillas de tabaco, tantas, que llego a la conclusión de que el aire debió ser irrespirable.
 Los contenedores de basura, colocados disimuladamente, para evitar que afeen el paisaje. Pequeños, para la cantidad de fauna que circula estos días por el paraíso ultrajado, con tres colores que indican el tipo de materia que debe ser seleccionada. Los tres están tan disimulados, son tan pequeños y quedan tan apartados de los bañistas que éstos no se molestan en caminar por la arena caliente bajo un sol imperativo. Así que siempre están o a tope de llenos o vacíos.


Un conejo se ha cruzado en el camino, los tres perros salen corriendo tras él. Una bicicleta se ha caído por el acantilado. Me asomo. No, no se ha caído, al menos recientemente, el óxido y la erosión la han transformado en una hermosa obra conceptual.
Mierdas, más mierdas, y no precisamente de perros. Algunas, estrategicamente colocadas a la vista, como si el depositario alardease de  lo que su cuerpo es capaz de hacer.
El mar me acompaña en todo el recorrido hasta que el camino finaliza en un enorme acantilado. Puedo seguir, porque la isla permite ser recorrida en todo su perímetro, siempre con el mar a un lado. Pero mi trayecto consiste en cuatro kilómetros de ida y cuatro de vuelta. Así que me  las apaño para coincidir con la salida del sol. Cada día sale un poco más tarde y algunas veces no coincidimos; él no me espera.
Me impacta, como si el hecho fuese cada día un milagro, con un abismo que se abre a mis pies, en cuyo fondo las puntiagudas rocas resguardan un pedazo de intimidad libre del tránsito humano.

Me ha sido imposible subir el video que estaba "colgado" para esta ocasión

Sale ceremoniosamente, apenas en tres minutos ya se muestra entero. Es cuando yo me lleno de energía, cuando la vida me inyecta un estimulante de optimismo y serenidad para dar media vuelta y volver por el camino andado. Me cruzo con algún otro perro acompañando a su amo. Mis perros se animan ante el desconocido y pronto entablan amistad, se revuelcan y se huelen, después siguen su camino.

foto cedida por Jaime (sin blog)
Apenas  nadie, me pertenezco y pertenezco, siento que la soledad es mía, que el planeta me utiliza como espectador ante tan magnifica obra.
De regreso continuo con mi inspección- observación.
Mi perro el Nano, trae algo colgando de su boca, es un carroñero que a  nada le hace ascos, jamás se enferma, tiene un metabolismo a prueba de mierdas.
Trae un condón lleno de muertos, o tal vez de afortunados que no dieron en el blanco.
Se resiste a soltarlo, yo estiro, y cuando el elástico cede se da en todo el morro, soltando un gemido junto con la goma.


 Otra lata, y otra, y muchas más alfombrando el terreno. Un mechero extraviado, una pala con su rastrillo metidos en un cubo que algún niño se vio forzado a abandonar.
Una esterilla deshilachada, tetra briks de todos los zumos artificiales. Una colchoneta pinchada.
El cono de un helado, pringoso y lleno de hormigas. Un sinfín de cachivaches varios, todos, casi todos derivados del petróleo. Cada día me hago la misma pregunta. ¿Los que ensucian la naturaleza porque no van de vacaciones al lado mismo de un vertedero? Así  se acoplarán más al ambiente. Dudo que en sus casas esparzan la  basura por los suelos, esos domicilios particulares asentados en un suelo plural en una ciudad civilizada que solo les permite ser incivilizados cuando dejan el asfalto para ser cabras por un tiempo en suelo rústico y natural.

Un vallado con césped, cuidado y mimado, con sus aspersores silbando silbos de agua. Una nube que se insinúa remolona tras la cima del fondo. El mar, hoy tan calmo  que se podría andar sobre él. Las gaviotas con su graznido desesperado anunciando su hambre; un centenar de pinos soltando agujas resecas. La brisa que empuja mi espalda y me pone alas de fantasía.
La vida, que se deja vivir a pesar de sentirse ignorada. Unos bañistas madrugadores se bañan sin ningún recato con su bella desnudez exhibiendo la carne joven y morena, templando el calor, ya muy acentuado.
En invierno todo está limpio y desierto. El paisaje descansa de los excesos materiales y transmite su recogimiento llenando de humedades aromáticas todos los rincones de la isla.


 Algunos energúmenos van equipados con móviles de última generación y están a la ultima orden del día, saben mucho sobre nada e ignoran quiénes son y porque razón están aquí. Son modernos elementos que se complementan con sus ideas y manchan las de otros, menos modernos y puestos al día.
Esos elementos que ensucian el paisaje humillando a la naturaleza esgrimen su indefenso potencial ante las realidades de la vida, viven, porque tienen derecho a vivir, pero nada más.
Eivissa (Ibiza) no es una fiesta constante, ni un derroche de drogas y sexo. Eivissa es ante todo naturaleza, lo que añaden los humanos es cosa de ellos, todo es cuestión de sensibilidad y de consciencia.

12 comentaris:

sentir1907 ha dit...

Con el poco trabajo que cuesta ser limpio Josep.... en fin , cerdos hay en todos sitios...
Saludos ¡¡

Mª Trinidad Vilchez ha dit...

De verdad Josep, no se como es la gente tan marrana, así de claro y que poco concienciada en ser cívica, así se lo cargan todo, esos plásticos van a parar al mar y las tortugas se los comen creyendo las pobres que son medusas.
Ahora te digo que Ibiza, no es lo que era hace treinta años, va la chusma peor de aquí y de Europa, una verdadera pena .
Un petó, si estuviesemos ahí, yo al menos algo les diría, puedes estar seguro.

KRT ha dit...

Hi ha un poema de Raj Shree Das que en anglès es titula “Poem on Garbage” (poema de les escombraries) i que crec que aniria bé per il·lustrar aquest comentari teu.

Poema de les escombraries

Una vista patètica i gens estranya:
piles d'escombraries a tot arreu.
Menjar, plàstics, paper i vidre,
és el malson pitjor de les persones.

Cada dia saludem l'escombriaire,
perquè recull les nostres deixalles barrejades.
Recull els residus per omplir més
metres
de l’enorme abocador fastigós.

A la vista de nous queviures de tota mena,
el gos i els que remenen brossa salten d’alegria.
Així és com ells gaudeixen de la seva vida,
i mantenen els ànims amunt.

L’increment d'escombraries és l’amenaça més perillosa de la humanitat,
que ja és a punt de condemnar-se sota el ganivet esmolat de les deixalles.
La solució a aquest problema és ben coneguda:
les 3 R són el model de vida sostenible.

Joves, vells i tothom, sisplau, pareu de fer el ruc:
és temps de fer servir els conceptes de Reutilitzar, Reduir i Reciclar.

REUTILITZA: ningú es riurà de tu si fas servir les coses diverses vegades.

REDUEIX: no compris coses només per voler presumir.

RECICLA: assegura’t que els materials que utilitzes completaran el seu cicle natural.

https://www.facebook.com/gogreenbgm?ref=stream&filter=3

Mari-Pi-R ha dit...

Lo cierto que las basuras es un problema mundial, pero da mucha pena que la gente todavía tanga tan poco respecto por los demás descuidando y tirando las sobras en vez de recogerlas y llevárselas consigo hasta el buen lugar.
A pesar de ello debe de ser todo una delicia dar un paseo por esos lugares.
Un abrazo

Tot Barcelona ha dit...

Y en el Eixample, y en Ciutat Vella, y en Gracia, y en Torre Baró, y en Horta....los cerdos veranean en todos lados..
salut

Diana Puig ha dit...

No hay día que no salga a pasear y no me cague en alguien...asquerosos, mierderos, mal educados, irrespetuosos, la ira es mala guia, pero os juro que se siente cuando sientes tanta tanta impotencia, a veces mientras estás dandote un baño, relajada y de repente ves como los propios barcos que están amarrados tiran basura...que haces?, pues te dan ganas de llorar además e insultarles, claro.

Josep ha dit...

José Manuel, es verdad, cerdos hay en todos los sitios, pero fijate que casi siempre van a los mismos lugares.
De pena, te lo aseguro.

Un abrazo.

Josep ha dit...

Claro que no, Mª Trini, hace años Eivissa era un lugar que se podía ir. Era un paraiso, ahora no, y que conste que hay personas que luchan contra tanto cerdo que se acerca por allí. Esta persona que me manda las fotos al igual que otra son amigas mias. Hace años que su labor es esta, luchar y luchar pero lo tienen muy dificil. Ya ves tu lo que nos pasa en Barcelona, y también en más de un pueblo de la costa.

Un petó.

Josep ha dit...

Ostres, és boníssim, KRT! M'ha agradat de veritat. Crec que és una joia que caldria canviar-la per aquests "bàndols" que publiquen els ajuntaments, i enganxar-los per les cantonades.

Josep ha dit...

Si, Miquel, tienes razón, pero estos cerdos podrían hacer caso de esta frase: ¿Los que ensucian la naturaleza porque no van de vacaciones al lado mismo de un vertedero? Así se acoplarán más al ambiente.

Salut.

Josep ha dit...

Mari-Pi-R
Si que es un problema mundial, pero a veces es porque nosotros mismos lo buscamos.
Auí en Catalunya cada año se celebra un rallye: el Rallye de Catalunya. Es cierto que vienen miles y miles de personas para verlo, y dura una semana. Pues durante este tiempo se generan muchas toneladas (no me equivoco). Muchas de las cuales son: Cajas enteras de Coca-cola, cervezas, o licores. Tiendas de campaña, Alimentos: carnes, embutidos...
ropa, y cosas que han comprado para estos dias y no han usado. Y luego pasamos a los desperdicios, que muchos de ellos son reciclables totalmente.
En fin, ya ves que despropósito.

Un beso.

Josep ha dit...


Didi, si es que coincidimos en todo. No ves que siempre son los mismos. Hay el incívico delincuente que arroja al mar, impunemente, basura desde su embarcación. Al paso que vamos, nuestro mar perderá muy pronto toda su transparencia.
El cretino también es un Espécimen muy colocado, que engrosa la estadística anual de turistas jóvenes que caen de los balcones de apartamentos y hoteles. A este tipo de frecuentes y lamentables sucesos se les conoce con el término: balconing. (En Catalunya hay bastantes)
Además de ensuciar el mar, lo vulgarizan poniendo música a alto volumen desde una embarcación,
Fastidian con las motos náuticas al resto de barcos fondeados dándoles vueltas y poniendo en peligro a los que nadan en esa zona o el mal educado que a pesar de haber espacio sobrante fondea a 2 mts de otra embarcación y prácticamente lo tienes encima todo el día, ya no te digo si lleva niños mal educados que gritan y tienes que soportarlos a tu lado.

Un beso, amiga.

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